EL ESPECTADOR / Cristian Camilo Perico Mariño
Según la Cámara de Comerciantes LGBT, el poder adquisitivo de la comunidad diversa en el país es de $16.000 millones al año.
¿Se ha preguntado cuántos homosexuales se reconocen abiertamente en Colombia?Esa es una duda que muchos se plantean, debido a la fuerza de los movimientos de libertad individual en el mundo. Contrario a lo que muchos creen, no son mayoría, ni tampoco buscan “homosexualizar a quienes están alrededor”. Eso sí, se han convertido en un grupo poblacional que mueve millones, pero de pesos.
En Colombia no hay un censo específico que identifique a los integrantes de la comunidad LGBTI, debido, en parte, a que la orientación sexual y la identidad de género son variables cambiantes y personales. Sí, los gustos pueden cambiar con los años.
Así lo afirmó el biólogo y sexólogo Alfred Kinsey desde 1948, quien planteó que la sexualidad humana es una escala en la que cada quien decide ubicarse a partir de la heteronorma, dar por sentado que se debe sentir atracción por el sexo opuesto. Todas las personas pueden tomar la decisión de transitar su género, en algún momento de su vida, o explorar a nivel sexual con personas del mismo sexo.
Sin embargo, en los resultados de la Gran Encuesta de Hogares y la Encuesta Pulso Social, que reveló el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas -Dane- en junio, se estima que cerca de 501.000 mayores de edad se reconocen lesbianas, gais, bisexuales o transexuales, por mencionar algunos. Aunque esta cifra nos da una aproximación, no refleja del todo la realidad.
Según David Alonzo, director de Diversidad Sexual de la Secretaría de Planeación de Bogotá, aún existen errores de quienes realizan los censos. “A quienes hacen las visitas los entrenan para preguntar asuntos personales. De hecho, tienen una tarjeta como acompañamiento gráfico, pero no todos se sienten cómodos. Esa es una limitante. En mi caso, cuando me censaron, a la encuestadora le daba pena preguntarme si era homosexual y, a pesar de que se lo dije, no quiso hacer el registro”, comenta el funcionario, reconociendo que esto reduce las cifras.
Por su parte, desde la Cámara de Comercio LGBT de Colombia –CCLGBTco– tienen un número más grande. De acuerdo con la consultora estadounidense Witeck Communications (especializada en poder de compra y demografía LGBT), 3,2 millones de colombianos serían homosexuales y se reconocen como tal. Cifra que le parece más realista a Felipe Cárdenas, presidente y CEO de CCLGBTco, al ser el 6,8 % del total de nacionales.
Un nicho de mercado
Según esta organización diversa, el poder de compra de los integrantes de esta comunidad llega a los $16.000 millones anuales. Cifra que se concreta debido a que solo uno de cada diez hogares de familias homoparentales tienen hijos, lo que representa menos gastos en aspectos como colegiaturas y más en bienes y servicios. Con este panorama, y entendiendo el potencial de compra que tienen, es clave preguntarse cómo el mercado se abre a esta población y qué se está haciendo para garantizar experiencias libres de segregación.
“Cuando surgimos como organización gremial entendimos que en el entorno económico del país hay espacios que aún no han encontrado en la diversidad una oportunidad empresarial. Hay entornos laborales que no abrazan lo diverso y no son libres de discriminación”, afirma Cárdenas, quien agrega que por ello su apuesta como institución –desde hace diez años– apunta a acercar a los empresarios con la comunidad en tres aspectos: potencial de talento laboral, consumidores y proveedores, que fortalecen la cadena de valor.
Frentes en los cuales es indispensable mencionar que, de acuerdo con el Dane, la población LGBT es uno de los subgrupos más educados con elevadas tasas de desempleo. La Encuesta Pulso Social, realizada entre enero y mayo de 2022, identificó que los jefes de hogares homosexuales presentan un nivel educativo superior al promedio de las familias heterosexuales. El 24,4 % (de las 301.436 personas consultadas) contaba con carrera profesional terminada o estudios de posgrado. Cifra que en el caso de la población no homosexual está en 20,2 %. A pesar de esto, la tasa de desempleo de esa comunidad, está 3 puntos por encima de la población no LGBT, llegando al 16,1 %.
Con este panorama, los integrantes de la comunidad han tomado el camino del emprendimiento como una forma de independencia financiera, con el fin de mejorar las condiciones laborales para quienes también se identifican como diversos. Un ejemplo es la microempresa Epifanía, compañía de cerveza artesanal y café de origen, creada por mujeres lesbianas. Su proyecto busca generar empleo y ser plataforma para la divulgación de proyectos sociales en pro de la comunidad.
“Entramos a estos mercados, que son hegemónicamente conservadores y fuertemente masculinizados, para romper con la visión patriarcal de que solo los hombres pueden emprender con estos productos”, revela Sofía Vargas, quien junto a su socia Anyelin Pérez, crearon la primera cerveza en honor a la comunidad LGBT en Colombia, que lleva su marca.
Su plan de crecimiento ha establecido la contratación prioritaria de personas trans e integrantes de la comunidad, que han sido aislados de las ofertas laborales, por su expresión de género y por no seguir la imposición de cómo deberían comportarse en escenarios de trabajo.
Punto en el que Cárdenas asevera que hay tres sectores empresariales que tienen históricos altos de discriminación: “El primero es el de hidrocarburos y energía; le sigue la construcción e infraestructura, y el automotor; pero no en el sentido comercial, sino en la producción y ensamble”.
Epifanía es un ejemplo de cómo pensando en este grupo poblacional se pueden mejorar los productos y servicios, haciendo que se sientan incluidos. Según Vargas, más allá de vender, buscan ser un espacio seguro para todas las personas. Motivación que las llevará a abrir el próximo 14 de octubre un espacio de integración y consumo en el local 49 del Centro Comercial Oikos Infinitum (en la carrera 14 con 58).
Pensado en la diversidad
Según la Cámara de Comercio LGBT de Colombia, más de 220 empresas de diferentes sectores se han afiliado a esta organización para replantear los servicios ofertados. De ellas, el 60 % están en Bogotá y la mayoría se enfocan en el comercio turístico y hotelero. Esto tiene una explicación: de acuerdo con Felipe Cárdenas, los integrantes de la comunidad tienen 3,8 veces más probabilidades de viajar al año, dado que en tiempo prepandemia destinaban 40 % más a viajes que los turistas heterosexuales.
Entendiendo estas dinámicas y para garantizar experiencias libres de discriminación, la organización creó la certificación Friendly Biz, sello internacional que avala a las empresas como espacios con políticas para la inclusión de poblaciones diversas.
En la capital cadenas hoteleras como Hilton, Estelar, GHL y Grand Hyatt cuentan o están en proceso de certificación, tras recibir 25 horas de capacitación, que involucran al 100 % de los trabajadores. Algo similar, pero en menor escala, se ha intentado con los hostales y hoteles afiliados a Booking, empresa de alojamiento que está otorgando el sello Travel Proud a los lugares que reciban una capacitación de 75 minutos y la repliquen con sus colaboradores.
Iniciativa que, si bien busca reducir los actos de intolerancia, apenas está empezando y necesita reforzar los procesos de supervisión y veeduría, para asegurar que quienes reciban la certificación respeten y acojan a la diferencia, siendo buenos anfitriones.
Lo que sí se debe reconocer es que poco a poco se abre paso la necesidad de entender que, independientemente de orientaciones e identidades sexuales, se debe priorizar que “lo distinto es lo que nos une y lo humano lo que nos identifica”, tal como afirma Eduardo Frontado Sánchez, experto temas de inclusión.